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viernes, 7 de octubre de 2011

Aquí todo junto hasta ahora o hasta que me canse, lo que pase antes

Bueno, a ver, si me han pedido que ponga un blog es porque supongo que mis aventuras y desventuras le interesan a alguien mínimamente, así que aquí van todas del tirón. Aviso que aquí han pasado un cerro de cosas, así que seguramente esta entrada sea laaaaaaarga del copón. Leed hasta que os interese, y cuando os canséis, pues paráis. Mira tu que misterio.
Bueno, venga, por poner un principio, ponemos el martes de la semana pasada. Son las seis de la mañana; la tarde del día anterior mi madre, mi hermana y mi tía me hacían la maleta, mientras yo fumaba, miraba, daba alguna idea de cuando en cuando y esta era desestimada. Bueno, que carajo, tenían ilusión, y ¿Quien soy yo para quitársela? Por la noche he salido para despedirme por última vez del Chamon, se ha empezado a acoplar gente, nos hemos juntado un cerro y al final he llegado tarde a cenar. Por cierto, y un inciso, que cacho de fin de semana de despedida me habéis dado, hijos de puta. Así se le quitan a uno las ganas de irse. Fin del inciso. Después de cenar, me he puesto a hablar con mi hermana y me han dado las dos de la mañana. Y como no me puedo dormir, me echo un vicio de dos horas al civilizacion que siempre está de puta madre. Vale, dos horas de sueño y palante!!
Mi avión sale a las once y media, así que me paso la mañana con mi familia, que ha venido a despedirme, facturando, desayunando por un dineral y saliendo a fumar cada pocos minutos. Por cierto, odio la T-4; no tiene un puto asiento. Al final, me despido de ellos y me meto para dentro. Hago un poco de tiempo y pillo el avión para Palma de Mallorca. Durante el vuelo, estoy de charleta con mi vecino de asiento, un tío que lleva y trae suministros militares de Palma a la península, bien a Valencia, bien a Barcelona. Llega en avión, pilla un trailer y se lo lleva en Ferry. Escucha mi historia y me desea suerte. Vale, aquí hay un punto que en este momento no me sorprendió demasiado, pero que mas tarde si lo haría. El terror y la soledad me vuelven muy sociable. Hablo con todo el mundo, venga a cuento o no. Esta es una habilidad importante en Alemania, donde la gente tiende a ser insociable y reservada, y todo el mundo, por dentro, pide a voces un poco de conversación. En fin, bla, ble, bli, blo, blu, aterrizamos en Palma; "Little Germany" la llama el piloto cuando estamos llegando.
Este aeropuerto, hay que decirlo, es una mierda como un piano de cola. Tiene mas o menos la extensión de Manchuria, pero hay que salir a la calle para fumar; por otro lado, no tiene un puto asiento que no sea de hierro forjado y lleno de irregularidades en la "zona abierta". Le pregunto a una señora de la limpieza y me lo confirma: Hay que pasar el control de seguridad y llegar al McDonalds que está en el quinto coño de la zona de embarque C (la mas remota), donde hay unos sofás de cuero en los que dormir. Bueno, así pasa mi día. Paso el control de seguridad, tantas veces que el picoleto se mosquea conmigo a eso de las cinco y se lleva mi DNI para comprobarlo; luego me saluda cada vez que entro y salgo. Duermo en un sofá del McDonalds, emparanoiado con mis cosas como un mendigo en un albergue. Leo. Salgo a fumar. Como por una pasta. Ceno por una pasta. Y al final, me embarco camino de Colonia.
Una curiosidad sobre el aeropuerto de Palma. Está todo lleno de alemanes. Es posible pasarse toda la tarde por ahí dando vueltas sin escuchar una palabra en español, a no ser que te pongas a hablar con la peña de la limpieza, con los picoletos o con los de las tiendas. Cuando estábamos embarcándonos camino de Colonia, casi todos eran alemanes, execpto un grupo grande de españoles notorio por hablar a voces y tener a un solo tío haciendo cola mientras todos los demás zascandileaban por ahí como un rebaño sin pastor. Se abre el acceso al avión, y la azafata de tierra les explica en alemán a los pasajeros que tienen que ponerse en fila. Los españoles se cachondean de su acento. La azafata se rebota y dice que gilipolleces las justas. Empiezan a discutir a voces con todos los alemanes mirando asustados. Yo intento poner cara de terrorista corso para que no me asocien con esta gente, y tengo cierto éxito.
Bueno, eso, me meto en el avión de Air Berlín, en lugar de tocarme ventana me toca grupo de asientos central (quedo comprimido entre dos alemanes muy gordos) y aterrizo en Colonia. Tras esperar durante un montón de rato a que salga mi maleta de la cinta y me reuno con I. (a partir de ahora y para siempre, todas las personas con nombre propio serán denominadas en exclusiva por la letra inicial de su nombre de pila; esto es así por proteger su intimidad y porque me sale de las pelotas). Dejo de escribir porque estoy cansadito y tengo que hacerme otro café o morir. A lo mejor sigo luego, a lo mejor sigo mañana. La vida es locura e incertidumbre.

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